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Mensaje por Sugeshi Irurugi Miér Oct 21, 2015 2:22 am

3. Las confesiones

Una vez más, el cálido y brillante sol aparecía en el cielo para cubrir con su apasionante luz un nuevo día en la vida de los estudiantes de la academia CHRONOS. Como era lo habitual, los residuos de dichos esplendorosos rayos se filtraban a través de las cristalinas ventanas de la cafetería del instituto.

Aunque no se le pudiera llamar de esa forma, los 4 estudiantes consideraban este ritual diario una tradición a la hora de comer, cada día repetían sus acciones armoniosamente sin ninguna interrupción. Akira, Bak, Tatsuki e Izumi se sentaban de una manera tan perfectamente sincronizada que parecía una rutina meticulosamente coordinada, pero no, simplemente era el modo en que hacían las cosas. Habiéndose sentado los 4, colocarían de manera delicada las cajas con sus almuerzos en la mesa, listos para musitar un colectivo "Itadakimasu" y proceder a atacar sus alimentos con fervor.

Ese día en especial las cosas habían cambiado ligeramente, puesto que al momento en que los 4 jóvenes abrieron las pequeñas cajas con sus tan preciados bentos dentro, 2 de las miradas se desviaron hasta fijarse en nada más y nada menos que Sou Izumi. De todas maneras, al estar frente a frente en la mesa con él, ni Bak, ni Akira prestaron la mínima atención a la sutileza que debieron haber tenido a la hora de contemplar al albino con tal hostilidad. Y aunque era claro que le incomodaba la conducta de sus dos colegas de grados inferiores, Izumi continuaba estoicamente introduciendo la comida en su boca de manera silenciosa, mientras que Tatsuki, quien se encontraba sentado junto a él, no tenía palabras para describir lo que estaba viendo y se preguntaba una y otra vez lo que sucedía frente a sus ojos.

"Tal vez sí debí ayudarlos a espiar a Izumi ayer.." Pensó el rubio, agobiado por la situación en que se encontraba. Y cuando espontáneamente dirigió su vista hacia su adorado conejo Constantine, pudo sentir como éste le proyectaba una mirada de desdén tan oscura que lo hizo volver a la realidad.

-Em, disculpen.- exclamó el rubio educadamente. -Exactamente, ¿qué está pasando aquí?-

-Nada.- respondieron el pelirrojo y el pelinegro al unísono, porque eso claramente no podía resultar sospechoso en lo absoluto.

El mayor los observó de manera escéptica, por lo que decidió volverse hacia el albino en busca de una respuesta con mayor validez.

-Lamento informarte que no tengo idea de qué se traen estos dos.- respondió Izumi certeramente, su expresión habitual presente en sus facciones sin irregularidad alguna.

Tatsuki suspiró, dándose por vencido.

-De acuerdo, no me gusta esto de no estar al tanto de lo que pasa.- exclamó Tatsuki, cruzando los brazos en frustración. -¿Qué tal si hacemos algo para que se dejen de tonterías?-

No estando seguros de lo que el rubio quería decir con eso, Bak y Akira cesaron momentáneamente su constante vigilancia de Izumi, y voltearon en  dirección a su senpai, denotando una curiosa mezcla de confusión e interés en sus rostros.

-Podríamos reunirnos todos después de clases.- sugirió el rubio con una sonrisa abriéndose paso lentamente en sus mejillas.

-Oh, ¡suena bien!- dijo Bak con algo de emoción sobresaliendo en su voz. -Pero, ¿en casa de quién?-

-Puede ser en mi casa, no han venido en un buen tiempo.- declaró Akira, levantando ligeramente su mano derecha.

-¿Alguna objeción, Izumi?- preguntó Tatsuki, este negó con la cabeza. -¡Entonces está decidido!-

-Pero.- dijo Bak.

-¿Pero qué?- preguntó Akira.

-Si jugamos Smash, yo quiero ser Rosalina.-

-¿Eh? ¿Por qué debería dejarte ser Rosalina?-

-Las últimas dos veces que hemos jugado en mi casa te he dejado ser Rosalina, es mi turno.-

-Te dejaría si alguna vez me ganaras.-

-¡Esto es una injusticia! ¡Sólo ganas porque Rosalina es el mejor personaje!-

-¡Mentira!-

-¡Verdad!-

Y así continúo esa discusión que realmente no llevaba a ninguna parte por un largo periodo de tiempo, mientras Tatsuki e Izumi se limitaban a mirarlos y sentir pesar. A final de cuentas, no fue más que cuestión de tiempo para que ambos jóvenes lograran resolver sus diferencias y no asesinarse en el proceso.



La última campanada del día se hizo presente, envolviendo cada vacío corredor en su estruendosa gloria, dándole así a entender a cada uno de los estudiantes que poseían la libertad  para retirarse en silencio y correr devuelta a los cálidos y reconfortantes brazos de sus hogares.

Tal como había sido previamente estipulado, los 4 jóvenes se dirigieron a la residencia del pelirrojo. No era algo inusual, disfrutaban mutuamente de la compañía de los demás y organizaban reuniones casuales  como aquella siempre que les era posible, aunque nunca acudían a casa de Izumi, aparentemente podía llegar a ser bastante reservado en ese aspecto. En ocasiones parecía que Bak era el único que se preguntaba una y otra vez la razón, después de todo él no le veía problema alguno a que sus amigos pasaran la tarde, o incluso la noche en su hogar, aunque muy probablemente se debía a que su vivienda era la más ordinaria de las 4.

La casa de Akira en ocasiones podía incluso confundirse con uno de esos exagerados simuladores futuristas de los parques de diversiones; la mayoría, si no todas las habitaciones se encontraban repletas de consolas, electrodomésticos y una increíble variedad de aparatos novedosos.

Por otra parte, Tatsuki era una historia completamente diferente. Ya que prácticamente vivía solo con su madre y sus hermanas, era el único hombre que dormía bajo el mismo techo con todas estas señoritas. En todo el lugar estaba impregnado un fuerte y muy espeso aroma a perfume costoso, dándole, de ser posible, un aire aun más femenino a la atmósfera.

¿Y dónde vivía Izumi? Ese asunto permanecía envuelto en el misterio de tal manera que a los otros 3 jovencitos se les helaba la sangre de sólo pensar en preguntarle al albino con respecto a ello.

No pasó mucho tiempo antes de que los chicos arribaran a la casa de Akira, y mientras de uno en uno se introducían en el establecimiento, el rubio sintió la necesidad de realizar una llamada telefónica, por lo que permaneció fuera de la escena por unos minutos, dándole al pelinegro y al pelirrojo la oportunidad perfecta para charlar con el de lentes.

-Eh, Izumi-senpai.- llamó Akira lo suficientemente fuerte para que su voz llegara a los oídos del mayor. -Quisiéramos hablar contigo sobre algo.-

-¿Qué se les ofrece?- preguntó Izumi, volviéndose hacia el pelirrojo lentamente.

-Bueno...-

Akira ni siquiera fue capaz de darse a entender antes de que Tatsuki volviera tras realizar su llamada por celular. Habiendo sido desalentados por la presunta interrupción, ambos compañeros en el crimen decidieron dejar el tema de lado y tratar de pasar un buen rato con sus dos amigos mientras pudieran.

Como fue previsto, el debate alcanzó su cúspide nuevamente en el momento en que encendieron la consola WiiU y se dispusieron a tomar los controles para jugar Smash Brothers. Desempolvando el viejo Wii de Akira, encontraron un par de juegos de aspecto interesante, y se entretuvieron compitiendo en el Guitar Hero, al igual que se frustraban con la poca calidad del reconocimiento de movimientos de la consola al jugar Just Dance; terminaron tomando turnos para bailar como tontos frente al kinect.

Y así como había empezado, rápidamente la tarde se desvaneció ante sus ojos mientras el sol se escondía y el cielo nocturno comenzaba a hacer su aparición. Y mientras Tatsuki se encargaba de prepararle a su auto proclamado "amo" algo de comer, era momento de que el pelirrojo y el pelinegro entraran en acción para hablar con Izumi.

-Izumi-senpai.- dijo Bak, decidido.

El albino se volvió hacia él.

-Ah, cierto, ustedes dos querían hablar conmigo sobre algo.- declaró indiferentemente.

-Escucha, Tatsuki-senpai podría volver en cualquier momento, asique trataré de ser muy directo.- advirtió Akira en tono serio, Izumi asintió con la cabeza. -Muy bien... ¿Realmente te gusta Kento-sensei?-

Ambos chicos volvieron a fijar sus miradas en el de lentes, esperando una respuesta honesta de parte del mayor, quien por primera vez en un largo tiempo parecía haberse quedado sin palabras repentinamente, lo que llevó a un pesado y profundo suspiro saliendo de sus labios.

-...Así es, me... Gusta él..- admitió Izumi, mientras los dos jóvenes frente a él lo miraban sorprendidos, casi conmocionados. -De hecho, no estoy seguro, pero... Creo que incluso podría estar enamorado de él... No lo sé...-

Akira y Bak no fueron capaces de hacer más que simplemente observar como un ahora cabizbajo y avergonzado Izumi les abría su corazón, pero simplemente no se sentía bien, no les había dejado un sabor de victoria o de descubrimiento, incluso podría decirse que el ambiente se había llenado súbitamente de una extraña melancolía que no podía ser descrita con palabras.

-Izumi-senpai...-

-No, yo... Olviden todo lo que dije.- exclamó el albino mientras se ponía de pie. -Es tarde, y tengo cosas que hacer.. Los veo mañana en la escuela.-

Y con esto, él se había retirado sin que nadie pudiera hacer más nada al respecto. Como por arte de magia, Tatsuki entró a la habitación sosteniendo a Constantine con toda naturalidad, y mirando a su alrededor rápidamente pudo notar la ausencia de uno de los chicos.

-¿A dónde se fue Izumi?- preguntó el rubio sin ninguna idea de lo que había sucedido dentro de esa misma habitación.

-Tratamos de hablarle sobre su atracción por el sensei, pero creo que la conversación lo puso incómodo y se fue.- dijo Bak de manera casual.

-Parece que no quería nuestra ayuda..- afirmó Akira algo desanimado.

-Pero le ayudaremos de todas formas, ¿cierto?- preguntó el pelinegro.

-¿De verdad tienes que preguntar?- respondió el pelirrojo.

-Bien, supongo que ahora podemos hablar tranquilamente sobre ustedes dos.- declaró Tatsuki con una sonrisa, interrumpiendo abruptamente sus risas.

-¿¡Eh!?- exclamaron los dos al unísono.

-Así es, y hace un rato le pregunté a mi madre si podía quedarme a dormir aquí, asique supongo que tendremos toda la noche para conversar....-
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